"Porque a veces necesitamos remendar y otras, simplemente, encontrar ese botón que creiamos perdido"

domingo, 30 de mayo de 2010

EL CALOR DE ROMA (CONTINUACIÓN)

Al llegar al rellano las puertas se abrieron dejando a la vista un pasillo ancho y enmoquetado que, si bien tenía un cierto aire a rancio, era parte de su encanto. Mariana caminó con paso decidido hacia el final del corredor donde la puerta 213 se presentó de nuevo ante sus ojos. En su mano izquierda estaba la llave que volvería a abrir para ella no sólo una habitación sino también el rincón de su mente en el que había apartado todos aquellos recuerdos.
Al cruzar la puerta, un torbellino de sensaciones la inundó, sumergiéndola de nuevo en un mar de aguas profundas y tempestuosas dudas. Con delicadeza, comenzó a quitarse los altísimos zapatos de tacón que, atormentaban sus pies, tanto como la evocación de los acontecimientos pasados lo hacía con su alma.
Encima de la cama abrió la maleta y, con la meticulosidad que la caracterizaba, se dispusó a sacar y colocar todo lo necesario para llevar a cabo ese plan que tanto tiempo había estado fraguándose en su cabeza. Y, sin apenas darse cuenta, al volver a levantar sus ojos de tan árdua tarea, se dió cuenta de que el cielo ya comenzaba a cambiar de tonalidad, dejando paso el azul intenso a un gris ensombrecido que poco a poco se iría tornando en negro. En ese instante, se hacía necesario que Mariana dejase de lado todos los escrúpulos y, sin más dilación, su ropa cayó al suelo y con ella también cualquier rastro de piedad.
Continuará......

miércoles, 19 de mayo de 2010

DIN DON

Din don, sonaban las campanas de un reloj.
Din don, los latidos de un corazón.
Din don, una puerta se abre dejando paso al interior.
Din don, le decía el jilguero al ruiseñor.
Din don, cuando la luz se impone a la confusión.
Din don, llamando a un ángel salvador.
Din don, despierta de un sueño revelador.
Din don, las notas de una canción.
Din don, es la música de las olas cuando rompen en el malecón.
Din don, un secreto y una ambición.
Din don, los amantes uno solo son.
Din don, la felicidad y el dolor.
Din don, una despedida sin adiós.
Din don, brilla una estrella sin cegar al espectador.
Din don, amanece y no hay sol.
Din don, el valor enfrentado al temor.
Din don, tú lo sabes y yo no.

CABALLERO

Sólo tenerte y no recordar. Después de encontrarte no dejarte jamás. Te llamo a mi manera y, aunque un rechazo es lo que veas, contigo me iré allá donde vas.
Llegó el tiempo en que uno deben ser dos. Y en tu mirada un abismo al que saltar, y al son de tus pasos quiero caminar. Una palabra debiera bastarte para ponerte en pie, una llamada para todo el coraje demostrar.
Con mi corazón entre tus manos cabalga sin mirar atrás. Sólo tu princesa, a tu lado nadie más. Un sol de hielo, una luna ardiente. Arriba el cielo que aúlla, abajo la tierra silente. En tus sueños verás la silueta de la verdad.
Vuelve sabiendo que no podrás olvidar, que los recuerdos se pegarán a ti hasta que trepando te impidan respirar. Ahora miro y veo donde estas.

martes, 18 de mayo de 2010

JARRONES VACÍOS

Rompe tu alma en pedazos como si fuera un frágil cristal. Rompe tu corazón pisándolo como a una flor caída de entre sus hermanas. Échale agua que caiga derramándose mojando unos ojos secos de tanto llorar.
Sangra cuando cojas esas rosas llenas de espinas. No olvides hacer un bello ramo cuando los días tristes llenen de angustia todo tu alrededor. Deja que los tulipanes reflejen la pálida luz que aún no ha dejado de existir.
Cuéntale a las amapolas porque tus lágrimas son de color y tus gritos no se oyen sino es con atención. Susurra a los lirios cómo sabes con delicadeza a las flores cuidar. Miéntele a la orquídea seca que adorna el rincón de la perdición.
Las margaritas nunca faltan entre las demás, utilízalas para rellenar. El clavel de una muerte anuncio será. Cuando entre tu pelo una dalia se pueda observar, esa será la señal.
Y entonces los jarrones vacíos uno a uno caerán.

lunes, 10 de mayo de 2010

MI CASA

Abro la puerta y, al cruzar el umbral, vuelve la paz a mi interior. Respiro ese aroma inconfundible que da calor al corazón. Si las lágrimas salen de mi alma, las dejo brotar a su antojo y sin discrección. Desnuda puedo estar, sólo la piel envoltorio de mis huesos, no hace falta nada más.
Empapada de la lluvia, desgarrada de dolor, entre tus paredes puedo volver a ser sólo yo. Si un silencio está presente, no reclamas las palabras. Me muevo por tus estancias a mi antojo y voluntad, descalza las recorro y, en una, me recuesto a descansar.
Tus ventanas de cristales incolúmes dejan pasar la luz que necesito para ver con claridad. Pienso, siento, golpeo, grito, me arrepiento.... Siempre dentro del refugio que me ofreces, siempre sabiendo que mis secretos entre tú y yo se quedarán.
Firme y robusta sujetas mi debilidad, saco fuerza de flaqueza como ofrenda por brindarme tu seguridad. Te llevas mis sueños, mis enfados, mis recuerdos. Te dejo las risas, los llantos, las ausencias. Nunca fallas, permaneces en el mismo lugar. La primera a quien quiero llegar para disfrutar de mi felicidad, la primera para que me acoja en mi soledad.
A puerta cerrada me revelo sin ningún pudor. Mi casa eres tú.