"Porque a veces necesitamos remendar y otras, simplemente, encontrar ese botón que creiamos perdido"

domingo, 14 de marzo de 2010

CUENTOS DE PRINCESAS

La niña escuchaba al abuelo las historias de princesas contar, y tanto más las conocía, más dejaba su imaginación volar.
Se preguntaba cómo sería ser hermosa y aunque, envidias despertara, conservar siempre la inocencia. Pensaba cuantos de los valores requeridos cumplía ella a ciencia cierta. Siempre dócil, siempre dispuesta, la sonrisa blanca y fresca.
Cada una diferente, pero todas virtuosas. A cuál de ellas más se parecía, en cuál de ellas se convertiría. La incertidumbre la abrumaba, las ansias de florecer nunca llegaban. Bailarinas delicadas, doncellas abnegadas, todas laboriosas y adecuadas. No había ninguna que una mácula albergara.
Tan divinas y perfectas, tan frágiles y coquetas. El espejo no devolvía esa imágen tan pluscuamperfecta. Todas rectas y sencillas, todas dulces y risueñas son la viva estampa de la pureza.
Y los príncipes encantados con muchachas tan dispuestas. Tienen bocas de piñón, un rubí  por corazón y, sus voces, dulces melodías son. Educadas y elegantes, nunca renegadas, endulzan tu alma con solo una mirada.
No te engañes niña pequeña, no hace falta ser como ellas. Que tus ojos sean el reflejo del ardor de tus entrañas, si la ira a veces te acompaña, la tristeza se derrama en tus lágrimas. Una mujer de dos colores que no siempre el blanco es lo supremo. Y en tu mente guarda siempre que, cuando el ruiseñor quiso a la rosa no le importaron sus espinas y, al abrazarla fuertemente, con su sangre la tiñó de carmesí. Nunca una muerte fue tan feliz.
El querer no está en lo perfecto, donde todo es fácil y nada abyecto.