"Porque a veces necesitamos remendar y otras, simplemente, encontrar ese botón que creiamos perdido"

martes, 1 de febrero de 2011

DE RANA A SAPO TERMINANDO EN RENACUAJO

Érase una vez una ranita verde pequeña y saltarina. Sus ojos eran grandes y se asomaban a la vida. Saltaba, croaba y... entre junco y junco iba creciendo con el pasar de los días.
Una mañana de calor sofocante, volvió los ojillos hacia el agua del estanque y, con asombro comprobó, que un sapo le miraba desde el interior. Era grande e intimidante, de un verde refulgente, tenía porte de teniente. Por las noches en una hoja de nenúfar se sentaba y, todas las demás criaturas, ante él se postraban. Se hizo gordo y arrogante, en su cabeza sólo resonaba: "Yo soy lo más importante".
La ciénaga convertida en su feudo, no había bestia ni del agua ni del aire, que no rindiera cuentas al señor. Los tiempos marcados, los gustos y la rutina. No ha lugar a discusión. Tenemos dueño, no gobernador.
Envuelta en una nube de cenizas, derrapando en el aterrizaje, su cara frente a frente con el rey del paraje. Sin terciar una palabra, se midieron en contienda. En mitad de la refriega, tan vergonzosa se avecinaba la derrota, que clamó piedad al cielo y, por respuesta, recibió la transformación que causó un gran revuelo.
Pequeñito, diminuto. Una pequeña colita y un gran cabezón. Nada, nada renacuajo a ver ahora cómo demuestras tu desparpajo. Quién se cree más de lo que es, a menudo no es ni lo que cree.