"Porque a veces necesitamos remendar y otras, simplemente, encontrar ese botón que creiamos perdido"

sábado, 16 de octubre de 2010

EL DÍA QUE NACÍ YO

El día que nací yo soplaba un viento duro, frío, cortante. Caía la noche ocultándo mis pasos cansados sobre la acera. Mi pelo se volvía contra mi cara queriéndo ayudarme a esconder, a no mostrar. Se helaban mis manos de puro frío, al tiempo que las lágrimas cristalizaban al rodar por mis mejillas.
El día que nací yo hubo una muerte anunciada, un sueño cumplido, una historia que despegaba. Dije adiós, adiós y fuí dejando una estela a mi alrededor. Una vela se apagó, un gallo se quedó sin voz, un niño metió un gol.
El día que nací yo entre los tejados saltaba un gato hambriento llevando consigo sus siete vidas y, al cruzarse en mi camino, una de ellas me regaló. A ti, que eres un alma pura, a ti que sabes cargar con el dolor, te concedo el 
don. 
El día que nací yo una estrella que cruzaba el cielo cambio su rumbo porque quiso ser dueña su dirección. Y nunca brilló tanto como en aquella ocasión. Brilla pequeña, brilla sin temor pues tu belleza debe servir de consuelo a las almas errantes que no encuentran su ubicación.
El día que nací yo, tú perdistes el control.